martes, febrero 21, 2006

El sobrino del mago (las crónicas de Narnia) - C.S. Lewis

Los mitos y leyendas forman parte del imaginario colectivo. La necesidad de explicar el mundo que nos rodea se remonta a los orígenes del hombre y ha perdurado a través de los tiempos. No será hasta el advenimiento del racionalismo crítico cuando el hombre comience a desperezarse de sus sueños de infancia y a valerse del conocimiento científico, pese a su falibilidad, para comprender la realidad circundante.

No obstante, los niños -y muchos mayores-, incapaces de aprehender los hechos con sesudas disquisiciones, tratan de explicar lo desconocido con representaciones mágicas de sus temores y esperanzas. Es un proceso educativo necesario en la infancia y paso previo a la madurez del intelecto.

Asimismo, la lucha entre el bien y el mal a la que deberán enfrentarse a lo largo de su vida, eligiendo el camino correcto hacia su salvación, configura uno de los elementos esenciales de los cuentos y leyendas infantiles. Sin que debamos entraren el análisis de la existencia o no de una lucha universal entre el Bien y el Mal, producto del mito del marco común al que se refería Popper en el libro del mismo título, no deja de ser un hecho objetivo la presencia de ambas realidades en toda acción humana.

Clive Staples Lewis, amigo de Tolkien, compartió la pasión de éste por la mitología nórdica, mundo fantástico al que nos transporta este novelista británico con su saga en siete libros titulada Las Crónicas de Narnia.

El sobrino del mago abre la saga con una sugerente introducción al reino de Narnia. Los acontecimientos se sitúan en el Londres de finales del siglo XIX, en donde dos niños, Polly y Digory, vivirán una prodigiosa aventura que les llevará a conocer nuevos mundos. A lo largo del cuento C.S. Lewis esboza diferentes perfiles de personajes que reaccionarán de modo diferente a los estímulos exteriores, aunque siempre lejos de las teorías conductistas y dejando entrever el peso de la libertad de conciencia en las decisiones de éstos. Quizá esta evolución en la conducta de sus personajes se vislumbre con mayor claridaden Edmund, protagonista del segundo libro de la saga, El león, la bruja y el armario, que ha servido de guión a la recién estrenada películade Walt Disney. Edmund muy afectado por la marcha de su padre a la guerra, nos recordará la debilidad del ser humano frente a las engañosas promesas del mal. Digory, con su madre muy enferma, también se verátentado por la bruja maligna que le prometerá la curación de su madre y el elixir de la eterna juventud.

Todos los ingredientes de este primer título son sumamente recomendables para los más pequeños, porque el mensaje que transmite es de esperanza en la vida y rechazo a todo aquello que nos aparta de la pureza del alma. Así, el escritor nos relata la fundación de Narnia al son del canto del León, Aslan, hacedor del universo, que dará vida al resto de seres en siete horas de lírica creación. Pero, ya en ese momento,advierte el creador que su obra se ha visto turbada por una extraña aparición. Con los mágicos anillos de su loco y cobarde tío Andrew, Digory había permitido la entrada en el mundo recién creado a un ser maligno destinado a traer la desgracia sobre la faz de Narnia. Para conjurar por mil años el trágico suceso, los dos niños deberán enfrentarse a la peligrosa tarea de traer el fruto del árbol de la ciencia que permitirá salvar al mundo de la malvada bruja.

A nadie se le escapa, el parecido de esta fábula con la Creación del universo en la simbología cristiana. No en vano, los cuatro hermanos protagonistas de la segunda aventura serán conocidos por los hijos de Adán y de Eva. Sin embargo, también en la mitología nórdica, el mundo era considerado un árbol gigante, llamado el Mundo Arbol o Yggdrasil, alrededor del que existían nueve reinos, cada uno en diferente nivel. Las raíces aguantaban al árbol y sus ramas le daban sombra al mundo. Las raíces del árbol descendían hasta el inframundo. En la superficie, Midgard -la tierra de los humanos- está rodeada por una serpiente gigante. Vemos aquí reflejada la idea de los mundos interconectados entre sí, y del tártaro, reino subterráneo de Satán, que tomará la forma de deletérea serpiente para tentar al hombre con el fruto del árbol prohibido.

Religión y mito se abrazan para recordarnos la naturaleza del hombre; su debilidad frente a la solicitación demoníaca de la serpiente que tratará de inducirle al pecado. La decisión sólo depende de él. La esperanza es el poderoso arma con que ha sido pertrechado el hombre para superar las dificultades del exilio lejos del paraíso perdido. Al final la respuesta está en el amor y en su inquebrantable fe, como nos mostrarán Digory y Edmund. Si bienel mal hizo su aparición en el mundo en El sobrino del mago, empero, se plantó el árbol con el que se construirá el armario que permitiráa Edmund, Lucy, Peter y Susan rescatar a Narnia de la malvada bruja blanca.


Finalmente, Narnia representa la tierra asediada por las fuerzas malignas, cuyos moradores deberán luchar contra la bruja blanca que ha convertido en estatua de piedra a todo aquel que no se somete a sus deseos. La ambientación en la segunda guerra mundial de esta segunda entrega no es casual. La bruja y sus esbirros simbolizan el nazismo contra el que sólo cabe una vía, que es la de combatirlo hasta el último aliento porque su fin es dominar el mundo y cercenar la libertad del hombre. Hoy en día la lucha contra las fuerzas del mal continúa, y, como los pequeños lectores de fábulas conocen muy bien, noexisten terceras vías éstas suelen sólo constituir una forma más de colaborar con el enemigo, como nos recuerda Mises en su obra Gobierno omnipotente- para derrotar a quien sólo aspira a convertirte en pétrea figura.